4.2 Impacto medioambiental


Aun cuando la contaminación siempre ha existido, pues va asociada a la civilización humana, este proceso se ha incrementado con el desarrollo industrial, hasta el punto de que el equilibrio entre la misma y la capacidad de la naturaleza para recuperarse parece haberse roto.

La industria química, pese a ayudar a mejorar la calidad de vida del ser humano, también es culpable de una parte importante de la contaminación, no tanto por la química en sí, sino por el uso desequilibrado que puede hacerse de ella.

Así pues, uno de los retos fundamentales con los que se enfrenta la humanidad son los problemas medioambientales, que afectan directamente a la salud de las personas y a nuestro ecosistema. La química no sólo es responsable de ellos, sino que también se encarga de buscar las causas y posibles soluciones a estos problemas.

Para solucionar el impacto de la contaminación, la industria química sigue cuatro líneas de acción asociadas a otros tantos problemas medioambientales:

1. Química atmosférica. Trata temas como la reducción de la capa de ozono, el efecto invernadero o la lluvia ácida. Todos ellos están relacionados con la contaminación atmosférica, con el objetivo de descubrir nuevas técnicas que permitan evitar o al menos disminuir las emisiones de gases nocivos.

2. Química de los residuos. Ha tomado gran importancia con la sensibilización social respecto al reciclaje. El aumento del consumo lleva asociado la producción de un gran número de residuos contaminantes, por lo que la química investiga las posibilidades de reciclaje de los mismos y, en caso de no ser posible, la eliminación segura de los mismos.

3. Química del agua. El crecimiento de la población mundial y el desarrollo industrial provocan que el agua, necesaria para la vida, sea cada vez más escasa y de peor calidad. En este sentido, se estudia la mejora en los procesos de potabilización y, sobre todo, en la depuración de aguas residuales que mejoren el estado de nuestros ríos y mares.

4. Química del suelo. Los vertidos incontrolados de residuos y el uso excesivo de fertilizantes y pesticidas, provocan la degradación de los suelos, volviéndolos no aptos para el cultivo, pues pasarían los contaminantes a la cadena alimentaria. La química busca tecnologías que permitan la recuperación rápida del suelo.

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La lluvia ácida

La lluvia ácida es una consecuencia de los gases emitidos en los procesos de combustión. El agua de lluvia ya es ligeramente ácida (pH = 6,2) debido a que disuelve parte del CO2 atmosférico en su caída, dando lugar a ácido carbónico.

Ahora bien, cuando el aire contiene altas concentraciones de óxidos de nitrógeno (NOx) u óxidos de azufre, estos se combinan fácilmente con las gotas de lluvia, dando lugar a ácidos como el nítrico o el sulfúrico. Algunas reacciones que ocurren, entre otras, son las siguientes:

3 NO2 (g) + H2O (l) → 2 HNO3 (l)+ NO (g)

SO3 (g) + H2O (l) → H2SO4 (l)

Tanto el ácido nítrico como el sulfúrico son ácidos fuertes, que en disolución dan lugar a disoluciones muy ácidas.

Los óxidos de nitrógeno se forman en las cámaras de combustión de los motores térmicos de vehículos y aviones, donde debido a las altas temperaturas que se alcanzan el nitrógeno y el oxígeno se combinan.

Los óxidos de azufre proceden principalmente de las erupciones volcánicas, pero también de la industria metalúrgica, sobre todo a partir del carbón y el petróleo sin refinar.

La lluvia ácida quema literalmente la vegetación de los bosques y acidifica ríos, lagos y acuíferos, dañando los ecosistemas de muchas especies. También es responsable del deterioro de edificios y esculturas de mármol o caliza ya que disuelve su principal componente, el carbonato de calcio (CaCO3).

La química actualmente busca soluciones para intentar resolver este problema, principalmente mejorando los métodos de combustión de combustibles fósiles y fomentando el uso de catalizadores que reduzcan este tipo de emisiones.


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Reciclado del aluminio

Como se ha visto, el reciclado de los productos químicos es la mejor forma de evitar la generación de residuos. El aluminio es un claro ejemplo de ello, puesto que es 100% reciclable sin merma de sus propiedades. De hecho, su recuperación por medio del reciclaje se ha convertido en una faceta importante de la industria del aluminio, ya que aúna ventajas ecológicas y económicas: el proceso de reciclaje del aluminio necesita poca energía en comparación con su obtención a partir de la bauxita. De hecho, para refundirlo es necesaria únicamente un 5% de la energía necesaria para producir el metal primario inicial.

El aluminio se recicla en mayor cantidad que otras sustancias: en Europa el aluminio que se recupera llega al 42% de las latas de bebidas, al 85% de la construcción (perfiles de aluminio) y al 95% del transporte (chasis). En España se reciclan anualmente más de 243.000 toneladas de aluminio.


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La catástrofe de Bhopal

El 3 de diciembre de 1984 se produjo en Bhopal (India) una fuga de varias toneladas de isocianato de metilo, en una fábrica de pesticidas propiedad de la compañía estadounidense Union Carbide.

El accidente se produjo al no tomarse las debidas precauciones durante las tareas de limpieza y mantenimiento de la planta, lo que hizo que el agua a presión utilizada y las impurezas que arrastraba entrasen en contacto con el gas almacenado, iniciando una reacción exotérmica que provocó el estallido de las válvulas de seguridad de los tanques. La liberación a la atmósfera del gas tóxico supuso, al entrar en contacto con la atmósfera, que el compuesto liberado comenzase a descomponerse en varios gases muy tóxicos (fosgeno, monometilamina y, especialmente, cianuro de hidrógeno), que formaron una nube tóxica. Como estos gases son más densos que el aire atmosférico, esta nube recorrió a ras de suelo toda la ciudad y miles de personas murieron de forma casi inmediata asfixiadas por ella, mientras que otras muchas fallecieron en accidentes al intentar huir desesperadamente.

Se estima que entre 6.000 y 8.000 personas murieron en la primera semana tras el escape tóxico, y que al menos otras 12.000 fallecieron posteriormente como consecuencia directa de la catástrofe, que afectó a más de 600.000 personas. También murieron miles de cabezas de ganado, y todo el entorno del lugar del accidente quedó seriamente contaminado.

La planta química fue abandonada tras el accidente y Union Carbide nunca respondió por los daños causados.